Tenía de repente un pájaro clavado en mi costado, me sangraba y su pico me atravesaba las entrañas: punzaba y me daba un dolor sordo. En el intento de cesar esa displacentera sensación, me lo arranqué del vientre, no dude nunca en hacerlo. Era la primera vez que tenía un pájaro entre mis manos, y aparecía muerto. Desgonzado tenía su cuello en mi mediana palma blanca. Sentí compasión y alivio; por él, dudas.
Mientras el aire recorría los árboles y mi pelo, haciéndolo danzar, sentí un peso en la nuca que no correspondía al viento: eran ellos. Cada uno se acercaba y posaba en mí su mirada que suponía verme, pero no me veían. Era yo ahora un retrato: el de una mujer altiva con un ave fallecida que reposaba en un charco de sangre y que se deslizaba entre sus dedos.
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Consideraciones de The Lighthouse: Una traducción de lo griego en la prohibición del conocimiento3/31/2020 «Por que es infinita la estirpe de los necios» Simónides de Ceos Esta obra para la gran pantalla nos sitúa en una isla inglesa remota y dotada de misterio en el año 1890, a la que llega un joven farero, Ephraim Wislow, para que junto con un veterano Thomas Wake hagan el mantenimiento necesario a un faro y que este funcione en ideales condiciones, o por lo menos las posibles a ofrecer. Es así que son obligados a convivir en un supuesto determinado tiempo que se verá alargado por cuestiones ajenas al hombre, es ahí cuando la relación sufre y se ven los personajes sumidos en su soledad a la vez de unos sentimientos variables e inestables de agrado y abyección hacia el otro.
Uno de los grandes comentarios que saqué de la película La favorita del director Yorgos Lanthimos fue que el Estado se maneja con el coño o con la verga, si la protagonista la tuviera. No sé si colocar la inicial de la palabra "Estado" en mayúscula, con los supuestos bajos deseos -como le dicen coloquialmente- que le conllevan. El ánimo del filme no es defender a un Freud aún latente y afirmar que cada una de nuestras decisiones están manejadas bajo una soterrada búsqueda de satisfacción sexual; más bien da cuenta de la maleabilidad en la que nos deja el placer y nuestras emociones que podría resultar como motivo para entregar una nación por una buena metida de verga, una buena frotada de coño o un abrazo matutino. ¿Cómo un personaje como Trump llegó a la presidencia de uno de los países más influyentes del mundo?Visitamos de nuevo a la librería Lerner. Esta vez acudimos a la presentación del libro Salto al vacío de Mariano Aguirre, un periodista y analista de temas internacionales que ha desempeñado variados e importantes trabajos en desarrollo y conflictos internacionales. Salto al vacío es su primer libro, el cual pone en conversación con dos interlocutores enviados por EL TIEMPO: Rodrigo Uprimmy –jurista y especialista en derecho constitucional con columnas de opinión en la prensa– y Marisol Gómez –editora y periodista con especialidad en temas políticos y de conflicto–.
El libro de Aguirre explora la situación actual de Estados Unidos a través de la trayectoria histórica de esta nación, partiendo desde la Segunda Guerra Mundial hasta la elección de su actual presidente Donald Trump. Uno de los principales interrogantes de la presentación giró en torno a la llegada de la presidencia de un personaje cuya formación no tiene vínculos con la política. Sin embargo, el autor plantea que este acontecimiento es la consecuencia de muchos factores dentro de la sociedad estadounidense, mas no es una cuestión de casualidad. Trump, en este libro, es subrayado como un personaje construido bajo el lente del espectáculo y de la línea empresarial que se ha logrado posicionar en el sitio de los personajes públicos para, posteriormente, construir la agenda política que muchos logramos ver, aunque no entender del todo, a través los medios de comunicación. Siempre me ha interesado el cuerpo. Personalmente y como mujer, la relación con mi cuerpo siempre ha sido problemática, aunque veo que siempre lo ha sido para todos. No es algo contemporáneo que nuestro cuerpo este reglado y administrado y no solo en las relaciones sexuales, donde la heteronormatividad lleva la batuta, al parecer. La regulación de cuerpo está invadiendo todos nuestros aspectos de vida, desde como comemos, como nos paramos, cuál es nuestra vestimenta, como le hablamos al otro y cada una de las pequeñas manías de las que estamos compuestos diariamente. Quizás lo que nos diferencia esta época de unas más rígidas, es que ahora tenemos la posibilidad de pensar el cuerpo, de jugar con este (en el buen sentido de la palabra), de conocerlo nosotros mismos, con ayuda de algún instrumento o con alguna agradable, desagradable, sincera o insincera compañía. Pero como he dicho, el juego va más allá de lo sexual y del “coito”. Va de nuestro vestuario, de nuestras maneras, gestos y miradas. Nos afecta el rigor positivista de encasillar cada actitud y comportamiento a un género: las mujeres se sientan así, los hombres saludan así… y ahora, un poco más diversos, encasillamos en: como las mujeres, hombres, lesbianas, homosexuales, se deben comportar. Cada vez el espectro se amplía más y dentro de poco le haremos un espacio al travestismo y la trasexualidad. Sin embargo, siempre tratará de administrarse el cuerpo así sea dentro de la diversidad. No se trata de que yo sea una desagradecida con la inclusión, se trata de que, en cada ser humano que habita este planeta existe algo más complejo y mezclado. fOTO DE: Daniela C. Venegas @danielac.venegas |