Falso Midas que pavoneaba de su oro y lo sacaba de sus huertos para que le reflejará con el sol a todo el que pasara. Falso Midas que estaba adornado de dorado colgado de su cuello, colgado de sus manos, con apliques y mancornas en sus mangas, grandes coronas y ostentando su habilidad creadora. Falso Midas que siempre negó a quién convertía todo en reluciente y lo pasaba como ofrenda.
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