Hoy me duele la garganta. He gritado mucho. Antes no gritaba y solo callaba. Esa bocanada de aire que uno suele tomarse antes de un fuerte dolor y un sonido ahogado era lo único que me permitía emitir. Siempre creí que así soportaba más el dolor y en verdad solo lo postergaba. Hoy grité porque me arrancó un pedazo verdaderamente sensible. Jamás llegué a pensar que doliera tanto la zona de arriba del pecho, lo sentía como una navaja en el cuello; estataba entre degollada y despellejada.
Recuerdo el primer mordisco: era de noche y llegó hambriento. Había comida en la alacena pero yo tenía que entender que hay veces que el hambre es de capricho. Con su aliento a anís y sus torpes movimientos me tumbo al suelo donde él yacía y me clavó los dientes cerca al codo. Por supuesto que dolió, aunque en comparación con el pecho no era nada.
1 Comment
|